sábado, 31 de enero de 2009

MOLESTARSE EN REFLEXIONAR,

Observar, leer, pensarAlexander Fleming era un bacteriólogo escocés que disponía de un laboratorio francamente modesto, casi tanto como los mercadillos de baratijas de Praed Street que se veían a través de su ventana. Un día, avanzado el verano de 1928, mientras conversaba animadamente con un colega, observó algo que le pareció sorprendente. Él solía abandonar los platillos de vidrio después de hacer el primer examen de los cultivos microbianos. Uno de ellos aparecía ahora cubierto de un moho grisáceo, pero... ¡qué raro!: alrededor de ese moho las bacterias se habían disuelto. En lugar de las habituales masas amarillas bacterianas, surgían anillos muy definidos allá donde el cultivo entraba en contacto con el moho. Raspó una partícula de esa sustancia y la examinó al microscopio: era un hongo del género Penicilium. Así fue como Alexander Fleming llegó a conocer lo que sería el primer antibiótico: la penicilina, que abriría posibilidades insospechadas a la medicina moderna. Aún se tardaría quince años, hasta 1943, en lograr aislar este hongo y encontrar un sistema masivo de producción. Sus resultados eran casi increíbles. Jamás se había conocido medicamento tan poderoso. Al final de la Segunda Guerra Mundial se trataban ya con penicilina más de siete millones de enfermos al año. Todo empezó por aquel descubrimiento casual, porque alguien observó algo y ese algo le llevó a pensar. Muchos otros descubrimientos se han producido también de forma parecida.El físico alemán W. Roentgen se sorprendió un día de 1895 al ver que unas placas fotográficas habían quedado veladas sin aparente motivo. No conseguía explicarse cómo esas placas podían haberse impresionado atravesando cuerpos opacos. Sus investigaciones acabaron llevándole al descubrimiento de una radiación —que llamóRayos X— que atravesaba objetos consistentes y que pronto tuvo innumerables aplicaciones. Brown construyó el primer puente colgante sostenido por cables inspirándose en cómo estaba tejida una telaraña que observó en su jardín, tendida de un arbusto a otro.Newton, según se cuenta, llegó a enunciar la ley de gravitación universal después del famoso episodio de la manzana.Aristóteles, en el año 340 a. C., ya habló de que la Tierra podía ser redonda, cuando a nadie se le había pasado por la cabeza semejante idea, y lo dedujo a partir de observar cómo, en el mar, se ven primero las velas de un barco que se acerca en el horizonte, y sólo después se ve el casco. Luego lo confirmó estudiando las estrellas y los eclipses. —¿Y por qué crees que, ante los mismos sucesos, unos hacen grandes descubrimientos y otros no se enteran de nada? Me imagino que porque unos son más observadores que otros, y unos reflexionan más y otros menos.—¿Y piensas que ser despistado o distraído es un defecto? No sé si tanto como un defecto, pero desde luego no se puede decir que sea una virtud ni que directamente enriquezca el carácter. Algunos adolescentes son despistados o distraídos simplemente porque han comprobado que, con unos padres tan complacientes, resulta un papel muy cómodo. Así se lo dan todo hecho y eluden cosas que les cuestan.

1 comentario:

  1. Oye! que muy interesante y cierto lo que acá cuentas. Que bien que descubrí tu blog. Ahorita estoy con gripe y no jalo a leer más pero despues seguire!

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