domingo, 29 de mayo de 2011

Mejor si se callaran ...


Hay quienes se ven tocados por la mano divina o bien dicen que su trabajo es una llamada, una vocación, una pasión y se ven elegidos a llevar la antorcha que ilumina nuestra labor diaria . Así mucha gente se obstina en resaltar sus visiones en aducir su pertenencia al sector público, o a la empresa privada, o a alguna convicción que sustentan desde que eran pequeñitos –«yo siempre lo he visto claro …»–, dicen, como si esto tuviera más fuerza y mereciera más respeto que lo probado y comprobado mil veces.

Como dice acertadamente Eduardo Punset : “Esta gente no se ha parado a pensar si se han comprobado o no cosas mucho más sencillas que la naturaleza del tiempo. Comparado con la complejidad de la dimensión temporal –que no hemos tenido más remedio que cambiar a raíz de comprobar que no era absoluta sino relativa–, resulta mucho más sencillo comprobar de quién es la culpa del elevadísimo índice de paro entre los jóvenes, por qué los electores han cambiado de parecer con relación al pasado, cuáles son las motivaciones concretas de nuestro endeudamiento exterior, las causas que pueden adjudicarse a defectos de las políticas educativas . Es incomparablemente más fácil detectar las dimensiones apuntadas que descubrir la compleja dimensión temporal .

”Esta gente se pasa la vida recordando en voz alta el talante de sus convicciones; para ellos, no tuvo ninguna influencia sobre la cultura humana la revolución científica; es decir, la sugerencia de que, antes de articular una opinión, lo más correcto era adelantar una hipótesis, intentar comprobarla luego y, si resultaba probado, emitir la conclusión en forma de conocimiento, hasta que otros más tarde demostraran lo contrario. "

Los iluminadosAlgunas personas, cuando hablan, lo hacen con tal convicción que para interrumpir durante un instante su inacabable discurso yo les preguntaría «¿Eso que dices está comprobado?». Su actitud pasaría , en un instante, de un desenfrenado optimismo a una mueca de pocos amigos; ni siquiera se habían planteado que, en la medida de lo posible, las hipótesis que uno adelanta debieran haber sido probadas. Quiero decir que la mayor parte de las veces, si uno lo pensara, lo mejor sería callarse o, cuando menos, adelantar que lo que iba a decir no estaba totalmente probado. Todo, menos hacer gala de una gran seguridad agresiva al hablar de un tema determinado, no porque hubiera sido sobradamente probado, sino porque esa era su convicción pura y simple.
¡ Que Dios nos coja confesados !

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