Algunos tebeos crean escuela. Otros modas. En el caso del tebeo de ciencia-ficción española de los años 50, son pocas las colecciones que marcaron un hito, en cuanto a su aceptación por parte del publico lector, según mi humilde opinión, solo lo lograron tres: Diego Valor; Red Dixon y Luchadores del Espacio (La Saga de los Aznar)
En un curioso articulo leí, no recuerdo donde, que solo ha habido un momento de real esplendor en el tebeo español de ciencia-ficción: los años 50. Su valoración, aunque razonada, es, indudablemente, drástica.
Y antes de continuar, me gustaría hacer hincapié en un aspecto fundamental que trabaja en contra de esa época, son obras leídas hace mucho tiempo, en la práctica de difícil disponibilidad o claramente inencontrables desde hace mucho, y sin embargo están en nuestra memoria de forma indeleble. Si, desde luego aquellos fueron muy buenos años, antes, apenas hubo nada a pesar de la folclórica apelación con que se ha acuñado los años 40, como la Edad de Oro, y después, el género entro en una serie de revoluciones tanto estilísticas como editoriales que cambiaron el mapa de forma completa.Si, es cierto, algo paso en aquellos años, hubo una explosión de revistas, de colecciones, de autores. La ciencia-ficción se escapo del miserable terreno en que estaba acotada y amplió sus márgenes, por supuesto la cultura oficial siguió desdeñando el género, pero éste había conquistado nuevos espacios y ya nunca los abandonaría. Y ese es la lección que deberíamos de aprender.
El tebeo de ciencia-ficción había estado muerto. En algunos momentos, merced a un conjunto de cosas que, de forma aleatoria deciden conjugarse, el tebeo de ciencia-ficción, revive, despierta de su ensoñación, se levanta de la cama en que está postrado, enfermo crónico. Por causas todavía no suficientemente analizadas, la radio y el tebeo se ponen de acuerdo y deciden ofrecer ciencia-ficción. Dudo que ellos mismos sean conscientes de ese hecho, mientras forman parte de ese momento que luego se dirá histórico. Sólo luego, con el transcurrir del tiempo, podemos analizar épocas, años, en el que se dieron esas circunstancias del todo fortuitas o casi del todo fruto del azar.
Se nos argumentará que las obras señaladas no tienen nada que ver con la ciencia-ficción, que no son más que las aventuras de siempre extrapoladas al espacio y no les falta razón. Ciertamente no me atrevo a buscar culpables, la historieta es demasiado maleable a los intereses de unos y otros como para aseverar algo con contundencia.
Algunos señalan a Flash Gordon como el principal valedor de convertir a la ciencia-ficción en un simple género de aventuras juveniles (space-opera), pero para evaluar realmente ese grado posible de culpabilidad, habría que sumergirse en la historia y ver realmente en que época nos encontrábamos.
En aquel momento había muchos problemas sociales y económicos, la gente buscaba evadirse de una situación angustiosa y el género (editores y escritores) no era insensible a ese malestar. Desde aquel lejano período (los años 20 y 30 principalmente), Amazing Stories y el resto de revistas (esencialmente y hasta los años sesenta la ciencia-ficción se editaba en este tipo de publicaciones) se dedicaron a un tipo muy concreto de ciencia-ficción, desde luego la más espectacular y vendible, perjudicando al resto, la más seria o la más creativa, algo que a la larga se ha revelado más como muro infranqueable que otra cosa.
Diego Valor, una obra de ciencia-ficción, space opera o aventura ju juvenil española, escrita y realizada por autores españoles. Paradójicamente, eso que debería ser su mayor virtud es su gran cruz: muchos lectores menosprecian esas obras por el mero hecho de que no están escritas y dibujadas por autores extranjeros, y las editoriales, como siempre, les dan lo que piden. Así nos encontramos con autenticas bazofias extranjeras traducidas (y pagadas, porque los traductores también comen), en ediciones de lujo, mientras aquí obras mucho mejores no encuentran editor. Esta es exactamente la postura opuesta a la del aficionado norteamericano, quien no siente el menor interés por la CF no anglosajona porque está acostumbrado a la suya, y los editores de aquel país, del cual sólo copiamos lo que nos da la gana y no siempre lo bueno, no quieren ni oír hablar de publicar un autor extranjero, el cual, encima de que seguro que venderá menos, les va a costar más dinero porque tienen que pagar su traducción. ¿Alguien lo entiende? Pues ESO es lo lógico, no lo que pasa aquí
Con todo esto queremos decir que es preciso un cambio en la mentalidad del aficionado hispano, quien debe leer lo se hace aquí al menos tanto como la de fuera Si hay una demanda de autores españoles, las editoriales los publicarán (lo que buscan es obtener beneficios). Y en cuanto las editoriales se den cuenta de que los españoles también venden, y encima les resultan mejor de precio, vamos a tener abundancia de tebeos autóctonos. Y ese hecho va a potenciar la aparición de más autores y a hacer que esos mismos autores dibujen más y eso es lo que sucedió en los años 40/50, La Edad de Oro de la historieta española. Es un ciclo, solo hay que decidirse a iniciarlo: la primera palabra la tiene el lector.
No todos los tebeos buenos de CF se han escrito estos últimos años. Hay obras más antiguas que merecen ser leídas y disfrutadas por el lector de hoy en día, que son perfectamente merecedoras de ser rescatadas por algún editor para ser reeditadas, ya que son inencontrables desde hace mucho tiempo, y sus autores merecen nuestro reconocimiento público por su labor.
En el sendero de gloria y de penas del tebeo español de CF, Diego Valor es la historieta por antonomasia .
Manuel López
domingo, 23 de octubre de 2011
Diego Valor III
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