lunes, 19 de diciembre de 2016

046 Cantigas de Santa María





Esta es cómo la imagen de Santa María, que un moro guardaba con honra, en su casa, echó leche por sus pechos. Por que sean más conocidos sus milagros la Virgen hace algunos ante hombres descreídos. Y de esto sucedió, así como voy a contaros y tal como lo aprendí, que un moro que con gran hueste, en Ultramar, fue a guerrear con los cristianos y a robar a los desprevenidos. Aquel moro hizo estragos en las tierras en las que pudo entrar, y cuanto robó se lo llevó consigo, y muy satisfecho se lo llevó a su tierra a reunir y dar los robos que había hecho.
 De aquel haber que repartió, se quedó para sí una imagen que vio de la Virgen sin par, y después de examinarla mucho, la hizo recoger y guardar, en paños tejidos de oro. E iba, a menudo a verla, y entre sí, se decía y razonaba que no podía creer que Dios quisiese encarnar ni tomar carne de mujer. "Y perdidos están cuantos vayan a creerlo", decía él, "porque no se me alcanza que tal trabajo se quisiese tomar Dios, ni que se humillase, siendo tan grande para encerrarse en un cuerpo y sudar entre la gente baja, como dicen que anduvo para salvar al mundo; pero, si de cuanto Él mostró, quisiese venir a demostrármelo, yo me haría cristiano pronto y sin tardanza, y recibiría el crisma, con esos moros barbudos." Mal pudo el moro dar cima a estos razonamientos, cuando vio entonces los dos pechos de la imagen, a par, de viva carne, y no de otra cosa, que manaron y echaron presto leche, como por cañutos. Cuando tal vio, sin mentir, se echó a llorar, hizo venir a un clérigo que lo bautizó y, después de esto, sin falta, hizo que los suyos se hiciesen cristianos y además hizo otras obras buenas y conocidas.







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