sábado, 11 de febrero de 2017

063 Cantigas de Santa María. San Esteban de Gormaz


                      Esta foto de Convento San Esteban es cortesía de TripAdvisor






Esta es de cómo Santa María libró de vergüenza a un caballero que tenía que acudir a la lid, en San Esteban de Gormaz, y que no pudo estar allí por tres misas suyas que oyó, y comienza así:
"Quien bien sirve a la Madre del que quiso morir por nosotros nunca puede caer en vergüenza." De esto quiero contaros un milagro que hizo Santa María, si Dios me ayuda, por un caballero al que quiso guardar de una gran vergüenza en que creyó caer.
Este caballero, por lo que aprendí, era liberal y valiente, que, ni allí donde él moraba ni en todo su alrededor, otro tal no podía hallarse que tuviera tal saber.
Y era de buenas costumbres y nunca quiso tener paz con los moros; por ende entró en lid en San Esteban de Gormaz, cuando Almanzor quiso tomarlo, luchando, al lado del conde don García, que en aquel tiempo tenía el lugar, que era buen hombre y de tal corazón que de los moros se hacía temer.
Este conde fue señor de Castilla y tuvo gran guerra con el rey Almanzor, que vino a cercar, todo en derredor, a San Esteban, creyendo poder tomarlo. Pero el conde se defendía muy bien, porque era valeroso y de buen juicio; por ello no cedía un palmo de lo suyo sino que iba a acometerlos muy reciamente. Pues el caballero de que os hablaba, tanto hizo en armas, a lo que sé, que no hubo lid ni muy buen torneo en que no se hiciese tener por bueno.
Y le sucedió un día que quiso salir con el conde en la hueste para ir a enfrentarse con los moros; quiso antes, sin embargo, oír misa, como cada día solía hacerlo. Después que estuvo en la iglesia, se arrepintió mucho de sus pecados y oyó la misa de Santa María, sin que nada faltase, y otras dos que luego se dijeron, que eran, también, de la Reina espiritual. Pero un escudero suyo lo trajo a mal traer, diciéndole: "Quien en tal lid como ésta deja de salir, nunca debe volver a aparecer."
Por cosas que le dijese aquel escudero suyo, él no les dio atención, pero dijo a Santa María: "Tuyo soy, sácame de esta vergüenza, pues tienes poder para hacerlo." Las misas oídas, luego cabalgó y en el camino encontró al conde, que le echó al cuello el brazo derecho diciendo:
 "En buena hora os he conocido que, si no fuese por vos, juro, por Dios, que fuéramos vencidos yo y los míos; pero tantos matasteis vos de sus moros que el rey Almanzor hubo de darse por vencido, pero os ruego, porque lo habéis menester, que cuidéis de vuestras llagas, señor, que yo tengo un ungüento de Montpellier que puedo pronto curaros de ellas.
" Dijo esto el conde, y luego más de tres le dijeron estas mismas razones, y él de todos tomó tal vergüenza, que, con ella, se creyó perdido. Pero después que vio sus armas y reconoció que estaban melladas, luego reconoció que había sido milagro, porque bien entendió que de otro modo no podría ser.
Y, después que lo hubo comprendido, estuvo bien seguro de que Santa María no quiso dejarlo caer en vergüenza, y fue a entregarle maravedís y otras ofrendas.



Tablatura de guitarra en Fa Mayor. 




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