sábado, 11 de noviembre de 2017

128 Cantigas de Santa María





Esta es cómo un villano metió el Corpus Christi en una colmena, para lograr tener muchas abejas y cuando fue a mirarla encontró allí a Santa María con su Hijo en brazos.
 "Tan unida está Santa María con Jesucristo, que, dondequiera que lo hallen a Él, Ella será encontrada con Él."
 De esta tal razón os diré un milagro maravilloso que mostró Santa María, con su glorioso Hijo, a un aldeano que codiciaba tener miel y cera de las abejas, sin que le costase nada. Moraba en Flandes, cerca del mar, en la ribera, y fue a pedir consejo a una hechicera vieja, para que le mostrase un encantamiento que lo pusiese en camino para tener abejas, y se lo rogó mucho.
 Respondió ella: "Lo haré si tomáis mi consejo." Dijo él: "Pláceme." Ella respondió: "Pues, cuando comulguéis, retened la comunión en la boca, sin pasarla y de tal modo que, con los dientes, no le deis una sola dentellada, sino que la guardéis en la boca, lo mejor que podáis; después, de vuestras colmenas, escoged las que quisierais, y la encerráis dentro; y si tal hicieseis, tendréis la casa colmada de miel y de cera."
 El villano creyó a la vieja e hizo todo lo mandado; y cuando hubo encerrado el Cuerpo de Dios en la colmena, creyó, por ello, ser rico. Y cuando llegó su tiempo, fue a registrar las colmenas, sin larga demora. Y abrió luego aquélla en que había encerrado la Hostia y vio allí a Santa María, muy hermosa y muy clara, con su Hijo Jesucristo, al que había criado, que lo tenía abrazado y Él la abrazaba a Ella.
 Cuando tal vio el aldeano tuvo tan gran espanto que cerró la colmena y se fue a la iglesia tan rápido como pudo, y dijo al capellán: "Por Dios, el Santo, venid enseguida conmigo, sin tardanza y os mostraré una cosa que nunca fue vista ni oída."
Entonces el preste, como era de buena vida, se fue con él y, en la colmena, vio a la Virgen muy llena de bienes, con su Hijo en brazos, cosa noble y preciosa. Cuando esto vio, retornó luego, e hizo llamar a concejo, y tocar todas las campanas, y tomaron el acuerdo de ir en procesión, por aquella que es espejo de los santos y del mundo, y que la trajesen con honra.
 Luego se fueron allá todos y vieron como estaba en la colmena la muy santa Virgen y cómo abrazaba a su Hijo Jesucristo, y daba mejor olor que el que dan los lirios, las violetas o el agua de rosas. Luego la colmena llevaron las gentes que allí vinieron, en procesión y cantando y después que la pusieron sobre el altar, dijeron las horas enteras aquel día con su noche, y por todos fue admirada la Virgen con su Hijo, la noble y Santa Reina.
 Al otro día dijeron su misa, pero no de prisa; y después que consagró el preste la Hostia que tenía, no hallaron en la colmena más que la Hostia Sagrada que allí había metido el aldeano con mengua de juicio, muy sana y hermosa, como Dios guardársela quiso, con su madre y Virgen Santa Reina del Paraíso. Por Ella sea Él loado siempre y Ella muy loada.


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