viernes, 31 de enero de 2020

241 Cantigas de Santa María





En Provenza, había dos viudas que eran vecinas. Uno tenía un hijo y el otro una hija. Para deleite de sus madres, los jóvenes se comprometieron.
 La madre del joven preparó una fiesta a la que invitó a su prometida y a su madre. El joven se apresuró a servir a los invitados. Mientras lavaba una copa de vino en una ventana abierta que daba a un acantilado, se inclinó demasiado hacia adelante y se cayó. Se lanzó de cabeza, cayó al suelo y murió al instante.
 Su prometida y su madre comenzaron a llorar y llorar, pero la madre del joven, confiando en la Virgen, mantuvo la compostura. Ella lo llevó ante el altar de la Virgen y rezó a María para restaurar su vida. El hombre se levantó vivo de la cama donde lo habían acostado. No quedaba señal de sus heridas.
Su madre dio gracias a Dios. Tanto el joven como su amado hicieron votos de castidad y entraron en órdenes religiosas. Sirvieron a la Virgen mientras vivieron.




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