domingo, 27 de septiembre de 2020

273 Cantigas de Santa María


 




La capilla era pequeña, pobre y carecía de todo, incluso de hostias y vino. Un hombre, que por casualidad fue allí en la fiesta de la Virgen en agosto, se sorprendió por el lamentable estado del santuario. 
 No tenía nada que ofrecer, pero decidió reparar los andrajosos manteles del altar. Tenía una aguja, pero cuando le rogó a la gente que le dieran un poco de hilo, no pudo conseguir ni una. Trató de sacar un hilo de las telas, pero no pudo sacar uno. 
Mientras miraba a su alrededor, dos hilos aparecieron de repente, colgando sobre su hombro. Se maravilló de este milagro sin precedentes y exhortó a la gente a rezar a la Virgen. 
 Todos dieron generosas ofrendas a la Virgen y el hombre reparó los paños con los hilos.









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