martes, 2 de noviembre de 2021

294 Cantigas de Santa María


 

 

 

 Ésta es de cómo una mujer que jugaba a los dados en Apulia, porque iba perdiendo, tiró una piedra a la imagen de Santa María, y un ángel pétreo que la flanqueaba paró la piedra, recibiendo su impacto. 
 "No es nada extraño que los ángeles obedezcan a la Madre de Aquel a quien sirven." 
 Sobre lo que os pido, amigos, que oigáis un gran milagro que hizo Santa María en Apulia, y sabed que, en cuanto lo escuchéis, estoy seguro de que le entregaréis aún más vuestro corazón y creeréis más en Ella. 
 Ocurrió el día de una fiesta de esta Virgen gloriosa que, ante una iglesia suya, muy bien construida hermosa, púsose a jugar a los dados una mala mujer con otros muchos tahúres que no eran parientes suyos.
 Aquella tarasca era alemana y, conforme perdía a los dados, le entró tal furia que cometió un tremendo disparate: oídlo porque os evitará incurrir en incredulidad. Sobre el portal de la iglesia había una imagen de la Virgen Santa María, muy bien labrada en piedra, flanqueada por las de dos ángeles que tenían una mano sobre el pecho mientras en la otra sostenían sendos libros de gran valor, indicativos de su universal sabiduría.
 Las manos sobre el pecho significaban la entrega permanente y ferviente de sus voluntades a Dios. Y aquella insensata mujer, enfurecida, vio una piedra, la cogió, levantó la vista a la imagen de la Virgen, la insultó y le tiró la piedra con ánimo de romperla, pero no la alcanzó porque los ángeles que la custodiaban se aprestaron a proteger a su Señora: uno de ellos levantó su mano y fue el que recibió la pedrada, pero sin sufrir daño de ella. 
Y todos cuantos presenciaron esto se abalanzaron sobre la mujer y la echaron al fuergo. Aquel ángel permaneció ya para siempre con la mano extendida, tal como la puso para defender a la imagen; ésta, después, fue tenida en más aprecio que nunca por aquellas gentes.







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