jueves, 18 de diciembre de 2008

GANDHI. APÓSTOL DE LA NO-VIOLENCIA

¿Realmente una persona es capaz de cambiar un mundo? O al menos un problema del mundo? No lo sé, creo que algunos grandes lo han hecho, pero siempre apoyado por un entorno favorable como Gandhi y su “no violencia”, que seguramente no le habría servido de mucho en Acteal. Como sea, fue un tipo que vivió fiel a sus convicciones y luchó contra la injusticia.

La mayoría de las personas nos agachamos ante las injusticias, incluso nos agachamos cuando las injusticias son en nuestra contra. Es más fácil quedarse callado, permitir que nos pasen por encima y no meternos en problemas. De esa forma podemos lograr una vida uniforme y estable.

Y es ahí donde tenemos a un Aquiles que era capaz de desafiar a su Rey. ¿Cuántos Aquiles hay en la vida cotidiana? No es sencillo ser un Gandhi. Porque al hacerlo se asumen muchos riesgos. Ya no digamos para enfrentar al Rey de Grecia o al Imperio Británico, es complicado hasta desafiar a quien comete la injusticia a unos metros de nosotros…no es fácil encarar al corrupto, al explotador laboral, al profesor autoritario, mucho menos a una nación o a todo un sistema social.

Dicen que los rebeldes empiezan luchando para cambiar el mundo y terminan luchando para que el mundo no los cambie a ellos.

Utópicamente es muy bello soñar con la posibilidad de rebelarse en contra de la injusticia y vivir bajo convicciones éticas, pero en la realidad no resulta práctico hacerlo de ese modo, porque podemos perder el trabajo, podemos perder el sustento, podemos reprobar la materia o podemos perder la vida. Las consecuencias son serias y a veces afectan no sólo a la persona en cuestión, sino también a sus allegados.
La pregunta es ¿vale la pena vivir una vida leal a tus valores y a tu ética? O es más viable acomodarnos en el espacio hueco de la injusticia, donde no podemos protestar pero al menos podemos cubrirnos de los golpes de la vida. Suena muy bonito eso de “más vale morir de pie que vivir de rodillas”, pero son pocos los que lo ponen en práctica, creo que al menos el 90% de la población vive de rodillas…porque hoy en día, los héroes clásicos ya no gozan ni siquiera de honor y prestigio…si pierdes tu empleo por rebelarte contra una injusticia, lo más probable es que ningún compañero te apoye, todos agacharán la cabeza y la gente creerá que eres un tonto por morder la mano que te da de comer…como si te estuvieran dando limosna…y peor aún, cuando llegues a un nuevo empleo, pasarás por lo mismo.
Como en todo, quizá hay que encontrar el punto medio, por qué ¿qué tan valioso es rebelarte contra el maestro injusto cuando ello te llevará a perder tu beca? Es cuestión de enfoques, para unos la verdadera educación estará en la forma de comportarse; para otros puede que esa materia sea sólo un medio.Cada quién tendrá su respuesta y sabrá qué tanto quiere rebelarse. Quizá el entorno pusilánime realmente no nos deja otra salida…dicen que la línea ent e el valor y la estupidez es muy frágil…quizá lo que falta es que muchos actuemos con valor para contagiar a los demás

…Una vez un maestro de historia, me dijo refiriéndose a los líderes de la Revolución Francesa “los rebeldes que inician un movimiento saben que nunca verán concluida su causa, pues ellos siempre mueren, y su muerte y sus ideales son los que sirven de inspiración a la masas”

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