HURACÁN
Aunque todos los tebeos de la época respondían a idénticos esquemas, lo cierto es que el contenido de los mismos era sumamente variado. En Huracán, seguramente uno de los mejores tebeos de ciencia-ficción autóctonos que se han realizado, el protagonista vive la clásica aventura rodeada de todos los ingredientes de la correspondiente mitología de la CF, la narración mantiene en todo momento el ritmo justo, dosificando los tiempos de acción, transmitiéndonos con acertado humor los sentimientos de los personajes.
Huracán se adentra en la CF. La trama se sitúa muy cerca de la parodia, a base de acumular tópicos, absurdos y guiños al lector. López Blanco ejecuta un dibujo modélico, limpio y equilibrado, que se ajusta a la perfección al tono de aguda sátira que recorre la colección, una obra verdaderamente singular en un panorama dominado por moldes mucho más rígidos.
Con Huracán López Blanco trató el genero de la ciencia-ficción por primera vez, lo que por un lado, el análisis cronológico de su carrera, obra a obra, demuestra una constante inquietud "autoral" que deja las puertas abiertas a golosos análisis tanto estéticos como temáticos, los cuales, la verdad, no muy a menudo resultan justificados cuando de lo que se trata es de estudiar la obra de un historietista; Huracán demuestra una implicación puramente autosatisfactoria.
El montaje clásico, como todos los cómics de esa época, y que tan fáciles resultaban de leer. Da igual que el interés de la historia esté centrado en tal o cual acontecimiento. Si aparece una persecución o una pelea, López Blanco le dedica las viñetas justas, ni una mas ni una menos. Sea o no importante para el desarrollo de los hechos.
López Blanco es, por derecho propio, uno de los dibujantes más interesantes del panorama español de los 40/60. López Blanco mantuvo una regularidad que le permitieron crearse un público fiel.
Si analizamos las constantes presentes en este artista, a través de sus principales obras, son las de ser un autor que imprimía a sus trabajos un gran sentido del humor, adaptándose así a cualquier circunstancia, con lo que sus historias discurren de forma lógica, o cuando menos, todo lo lógicamente permitían las pautas del genero a las que se circunscribiera.
Si bien el trabajo de López Blanco, como ya hemos dicho, es excelente, no podemos ignorar las excelencias del guión de De la Iglesia, debemos tener muy presente que ni el mejor dibujo mejora un mal guión, lo hace más atractivo superficialmente, pero no es capaz de excitar el interés y sin interés no hay historieta posible. De la Iglesia demuestra, en Huracán, su exacto conocimiento del ritmo, su dominio económico del diálogo, su sabio control de los tiempos, su facilidad para la creación de ambientes….. En resumen, su talento como guionista.
Es más que obvio que en el caso de Huracán los aciertos de realización van parejos a los del guión. La gran sutilidad de Huracán consiste en adoptar formas y convenciones de diversos géneros tebeisticos y fundirlos en una mismo tebeo, sin que los cambios de tono ni los giros narrativos chirríen entre sí. Resumiendo un trabajo agradable, mucho más adulto de lo que podría parecer en una primera lectura.
Siempre me he sentido deudor de aquellos artistas, guionistas que en una triste época, fueron capaces de hacerme soñar, que con sus tebeos me depararon horas y horas de distracción.
López Blanco, por méritos propios, forma parte de esos artistas, su lápiz nos deparó algunas de las mejores series que nunca se han publicado en nuestro país. Por ello siempre le estaré agradecido. Ya de pequeño pintaba siempre que tenía ocasión, le daba igual donde fuera.
Era autodidacta pero con cierto sentido académico. Fue Ramón de la Fuente el que le puso en contacto con Adolfo López Rubio. Allí en su estudio, estaban Ibarra, Víctor de la Fuente, Paco, Luis Blanes, Luis Vigil, Pepe Laffond, Manolo Huete…. Su formación como dibujante se completó realizando carteles, ilustraciones de libros y revistas, historietas y, sobre todo, entrando en contacto con el mundo profesional de entonces.
Pasó una mala época con el cierre de Histograf, hasta que Terán le consiguió, para pasar a tinta un personaje llamado Hambelik, un defensor, una especie de emperador negro, que dibujó durante varios años.
Por aquel tiempo, Luis Bermejo había dejado Aventuras del FBI, una serie que ejecutaba para Editorial Rollán con excelentes resultados. A López Blanco le propusieron continuarla y, después de algunas dudas, aceptó. Otro personaje que realizó para Rollán fue Montana, una especie de Don Quijote acompañado de Sancho Panza, trasplantado en la Baja California.
Con guiones de Juan Antonio de la Iglesia, el hermano de Álvaro, director de la Codorniz y para le Editorial Maga realiza El Coloso, aprovechando la moda de los tipos muy musculosos que habían impuesto las películas sobre Hércules. La colección estaba funcionando muy bien cuando tuvieron que cambiarle el título por El Príncipe de Rodas, debido a las quejas del fabricante de un vino quinado al que llamaban El Coloso.
También con guiones de Juan Antonio de la Iglesia dibujó El Espíritu de la Selva y Huracán, al que considera uno de los primeros superhéroes que se publicaron en nuestro país.
A finales de los años cincuenta fundó Ibergraf, donde, un muy joven, Carlos Giménez dio sus primeros pasos en el mundo de la historieta.
Manuel López Blanco se consideraba un autor insatisfecho. Le hubiera gustado hacer un cómic de autor, por ejemplo poner en imagen un cuento de Chejov. Desgraciadamente era una época en la que un dibujante tenía que trabajar por la mañana, por la noche, y, en ocasiones, hasta por la noche. Había que vivir y mantener a la familia.
Sus últimos doce años como dibujante los pasó como ilustrador de la revista Selecciones de Readers Digest
Los niños éramos amigos de la fantasía de la irrealidad, de las historias donde lo realmente fundamental se centraba en las peripecias de la acción y de la derrota del malhechor para impedir que llevara a la práctica sus perversos planes. El dibujo de López Blanco nos enfrentó a mongoles y piratas, a vikingos, improbables civilizaciones más o menos ocultas en fortalezas remotas o imperios, siempre según las entretenidas fabulaciones del guionista. Los tebeos de López Blanco, tienen entre sus muchísimas cualidades las de ser capaz de entretener y divertir haciéndonos creíbles los hechos que se narran. Por todo ello, siempre me sentiré deudor de Manuel López Blanco
M. López
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