miércoles, 14 de julio de 2010
¿ El estado de la nación ? : radiante
Cuando sus señorías ocupen hoy el hemiciclo de San Jerónimo ya sabrán, sin más debate, cuál es el estado de la Nación: radiante. Aún inmersos en la burbuja del campeonato mundial, sintiéndose por millones copartícipes de ese laurel virtual ceñido a las sienes. La euforia por este éxito no define la realidad de España pero sí que es una expresión de la España real, y tal vez debería dar algo en qué pensar a los representantes políticos cada vez menos representativos con su retórica de la confrontación, su instinto excluyente, sus eslóganes dinamiteros, sus estrategias de desgaste, su desprecio a la imagen internacional del país, sus extenuantes precampañas de cuatro años. De momento hoy volverán a verse en el gran Debate sin que el país les preste demasiada atención más allá de algunos editorialistas.
El espejo de una nación sencillamente normal, sin demonios identitarios para disfrutar de su selección con el talento solidario de asturianos, catalanes, vascos, manchegos, andaluces o canarios bajo la bandera común con una naturalidad lógica. Tan ridículos son los que proclaman que España ha ganado como 'unidad de destino en lo universal', según la vieja retórica franquista, como esos nacionalistas que exhiben no ya el sentimiento mezquino de celebrar los males de España sino un malestar ridículo ante su éxito. Lejos de esa dialéctica de la confrontación rearmada otra vez por la frivolidad estatutaria y la politización del Tribunal Constitucional, hay un país ajeno a las calderas de los agravios y a esos líderes obsesionados por las guerras primitivas y por todo lo que les desune, siempre con la llama encendida de los antagonismos preilustrados para agitar las trincheras.
Los hijos de la ira podrán escenificar otra vez consensos ficticios o volver al fuego cruzado con su arsenal de frases de diseño preparadas ad hoc por los 'negros' del equipo de marketing como balas verbales ahora con la pólvora del fútbol (la estrategia ganadora no se aprende en dos tardes como Zapatero con la economía, los perdedores abusan del juego sucio como Rajoy, el mérito del triunfo corresponde a Cataluña.), en otra sesión con la mascletá habitual de titulares gruesos, sin apenas ideas para un país bajo el plomo de la crisis.
Los hijos del silencio, que somos mayoría, inmersos en el espíritu de trabajo y paz, apenas prestaremos atención al debate sobre el estado de la Nación , indiferencia, hartazgo de esos aprendices de brujo que hoy estarán otra vez en San Jerónimo para escenificar su gran Debate anual.
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