martes, 15 de mayo de 2012

La vulgaridad nos rodea.

"La vulgaridad es el estado general que
 impera en la cultura actual"


El filólogo, filósofo y jurista Javier Gomá (Bilbao, 1965), director de la Fundación Juan March, inauguró ayer en Tudela el ciclo de conferencias sobre arte "Otras miradas" organizado por la Entidad Pública Empresarial Local Castel-Ruiz y el Museo César Muñoz Sola.

Gomá desarrolló su ponencia "El arte de la ejemplaridad" ante cerca de 150 personas. En ella, el filósofo abogó porque el arte y la cultura se conviertan de nuevo en instrumentos de emancipación social "como lo han sido durante los últimos tres siglos".
Usted califica al arte como un "compañero de la civilización".
Durante los últimos tres siglos, el arte ha pretendido ser algo autónomo pero, en realidad, y aunque los propios artistas no lo sabían, estaba contribuyendo al proceso de liberación social. Por ejemplo, a través de las novelas decimonónicas comprendíamos que las desgracias que sufrían los personajes afectaban a la dignidad y eso permitía que el lector tomara conciencia de su propia dignidad y no aceptara fácilmente las restricciones que se le querían imponer.
¿Y ahora?
Ahora el tema ha cambiado. El concepto de liberación está conseguido, y debemos buscar la emancipación. No se trata de ser más libres, sino de hacer un uso responsable de nuestra libertad.
¿Y cuál debe ser el papel del arte?
Todas las civilizaciones pretenden que el individuo acepte determinadas restricciones de su libertad en beneficio de la convivencia. La aceptación de estas restricciones requiere que el hombre tenga algún tipo de gratificación, y hoy es difícil poder ofrecer algo así. Por ello, el arte debería desarrollar una nueva función de hechizamiento para presentar esas restricciones bajo una luz favorable, pero no lo hace, ya que sigue anclado en el lenguaje de la liberación.
¿La transgresión sigue teniendo sentido en este nuevo reto?
La transgresión tuvo una importante función moral a la hora de deslegitimar aquel normativismo que era sentido como oprimente. El problema llega cuando el artista sigue siendo transgresor después de haber logrado la libertad que se anhelaba. Entonces, la transgresión se convierte en aceptación y en un manierismo sin fondo. Esto es lo que le ocurre hoy en día a muchos artistas.
¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en la búsqueda de esa emancipación moral?
Las nuevas tecnologías nacieron con un aliento libertario. Cuando surgió Internet, tuvo ese ánimo de ser un mundo sin conquistar. En ese sentido, Internet ha tenido un efecto de desinhibición total, en el que la individualidad, espontaneidad y vulgaridad humana puede expandirse sin restricción ninguna. Pero, por otro lado, asistimos a que puede ser un lugar donde la gente aprenda a darse reglas a sí mismo con finalidades de convivencia. Así, Internet puede ser un instrumento poderoso de la total desinhibición subjetiva, pero también es un escenario moderno e interesante de ensayos de emancipación.
Hablando de vulgaridad, en su último libro Ejemplaridad pública, le dedica un capítulo y pide para ella respeto.
No se trata de una apología. La vulgaridad es un fenómeno que surge de la unión de dos conceptos contemporáneos como la liberación y el igualitarismo. Al ser el resultado de dos cosas positivas, pido para ella respeto, pero aclaro que la vulgaridad debe ser el punto de partida, nunca el de llegada. De hecho, la vulgaridad es el estado general que impera en la cultura actual, y nuestra tarea es reformar, modificar y elevar esta vulgaridad para conseguir la ejemplaridad.

JAVIER  GOMA LANZÓN

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