sábado, 18 de octubre de 2014

Aquel que tú alimentes .

De esta tribu se desprende el siguiente relato: Un anciano de la tribu Cherokee hablaba con su nieto acerca de la vida. Y le dijo: “Dentro de mí se libra una tremenda batalla entre dos lobos”. “Uno de ellos es malo, está lleno de ira, envidia, avaricia, celos, resentimientos, inferioridad, mentiras, orgullo, temor, dolor y culpa”. “El otro es bueno y está lleno de alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, empatía, verdad, comprensión y fe”. “Y la misma batalla que se da en mí se da en todos”. El nieto se quedó pensativo y después de unos minutos finalmente preguntó: ¿Y cuál de los lobos ganará abuelo? El abuelo hizo una breve pausa y luego con mucha seguridad le respondió: “Aquel que tu alimentes”.
Como podemos darnos cuenta el actuar de las personas regularmente se basa en estos aspectos, por ejemplo el que quiere ascender a un puesto sin importar los medios, y es consumido en su propia envidia y el que es honesto, y por serlo no cabe en un mundo hecho para “los triunfadores” los que mienten, los que estafan los que roban, o bien lo que conocemos como corrupción. Porque como dicen los que se acomodan al sistema en esta vida “el que no tranza no avanza”. Una lección que nos deja un libre albedrío para decidir que batalla queremos ganar, o en cual queremos estar. Sin embargo para tener criterio de elección está implícita la formación que se basa en los principios morales y/o éticos que se adquieren principalmente dentro del hogar, según los valores que se hayan vivido.Al tomar una decisión es difícil desprenderse de la formación que ya es inherente a la persona, pero en ocasiones el sentido de pertenencia a un cierto grupo que ostenta el poder o se siente empoderado de las circunstancias, los miedos a los que se enfrenta el ser humano, el temor a quedarse “solo” le hace alimentar según su propia conveniencia a ambos lobos.

Y así es la vida cotidiana, el acomodarse según las circunstancias, sólo viendo intereses individualistas lo que conlleva a estar en un paradigma y en otro, sin definición ni postura propia. Nos encontramos lamentablemente en muchos de los casos ante la pérdida de conciencia, o más profundamente concienciación citaría Paulo Freire disfrutando el momento que creemos “feliz”, al dañar con nuestros actos a otros, y al final resulta que el daño es para nosotros mismos al alimentar, en nuestro SER la envidia, la avaricia, el egoísmo, la mentira y todo lo que encierra un acto de maldad. En mi opinión hace falta poner en práctica el amor… como parte de los volares, aunado a ello la buena voluntad y de vez en cuando hacer uso del legado de sabiduría que nuestros ancestros han dejado.

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