miércoles, 30 de septiembre de 2015

Santa Gadea (Burgos )





La Jura de Santa Gadea es una leyenda medieval transmitida por el Romance de la Jura de Santa Gadea, en la que se narra el juramento que supuestamente hubo de prestar el rey Alfonso VI de León en la iglesia de Santa Gadea de Burgos, a finales del año 1072, a fin de demostrar que no había tomado parte en el asesinato de su propio hermano, el rey Sancho II de Castilla, quien había sido asesinado durante el Cerco de Zamora, que se hallaba en manos de su hermana, la infanta Urraca. Este hecho no se produjo históricamente. El relato difundido por la tradición cuenta que Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, obligó a Alfonso VI, rey de Castilla y León, a jurar que no había tomado parte en el asesinato de su propio hermano, el rey Sancho II, quien fue asesinado ante los muros de la ciudad de Zamora en el año 1072, ciudad que se hallaba en manos de su hermana, la infanta Urraca, que protegía los intereses de su hermano Alfonso, quien se hallaba refugiado en la Taifa de Toledo.
 Según la tradición, el juramento que hubo de prestar Alfonso VI tuvo lugar en la iglesia de Santa Gadea de la ciudad de Burgos, a finales del año 1072.

 REY ALFONSO: Rodrigo Díaz de Vivar, llamado el Cid, ¿por qué vos os negáis a mostrarme fidelidad?
EL CID: Señor, todos los aquí presentes, aunque no se atrevan a decirlo, abrigan la sospecha de que habéis tramado la muerte de vuestro propio hermano. A menos que probéis vuestra inocencia, nunca podréis contar con súbditos leales, y la duda destrozará vuestro reino, y en tanto sea así no puedo juraros fidelidad, ni aceptaros como soberano.
 REY ALFONSO: Rodrigo Díaz de Vivar, llamado el Cid, ¿por qué vos os negáis a mostrarme fidelidad?
EL CID: Señor, todos los aquí presentes, aunque no se atrevan a decirlo, abrigan la sospecha de que habéis tramado la muerte de vuestro propio hermano. A menos que probéis vuestra inocencia, nunca podréis contar con súbditos leales, y la duda destrozará vuestro reino, y en tanto sea así no puedo juraros fidelidad, ni aceptaros como soberano.
 REY ALFONSO: ¿Cómo queréis que os demuestre mi inocencia?
 EL CID: Jurando sobre las Sagradas Escrituras.
 REY ALFONSO: ¿Os atrevéis a decirme que jure?
 EL CID: Señor, os lo estoy diciendo.
 REY ALFONSO: Está bien.
 EL CID: ¿Juráis no haber ordenado la muerte del rey Don Sancho ni haber participado directamente en ella?
 REY ALFONSO: Lo juro ante Dios.
 EL CID: ¿Juráis igualmente que jamás habéis aconsejado que se le quitara la vida al rey Don Sancho?
 REY ALFONSO: Lo juro también.
 EL CID: ¿Y también juráis que no fuistéis el que proyectó la muerte del rey Don Sancho, ni teníais intención de hacerlo?
 REY ALFONSO: Lo juro.
 EL CID: Si hubiérais jurado en falso, permita Dios que muráis del mismo modo que vuestro hermano, apuñalado por la espalda por mano de un traidor. Decid amén.
 REY ALFONSO: Lleváis las cosas demasiado lejos, Rodrigo.
 EL CID: Decid amén.
 REY ALFONSO: Amén.

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