El Llibre Vermell de Montserrat (Libro Rojo de Montserrat), es un manuscrito medieval conservado en el Monasterio de Montserrat (Barcelona), que constituye uno de los pilares de la música medieval española. Fue copiado en los últimos años del siglo XIV, y debe su nombre a su encuadernación en terciopelo rojo, hecha a finales del siglo XIX. Contiene una colección de cantos medievales, y otro contenido de tipo litúrgico, que data de finales de la Edad Media. El propósito con que fue redactado el Llibre Vermell, lo explica con detalle una nota redactada en latín (fol. 22r), en la que se advierte a los peregrinos que debían evitar “las canciones vanas y los bailes poco honestos durante su viaje y estancia en Montserrat”. Cantar y bailar en la iglesia, era una costumbre medieval bien arraigada, frente a cuyos abusos reaccionaron múltiples sínodos y concilios. Los cantos son en catalán, occitano y latín y son todos de autor desconocido.
A pesar de que la colección fue copiada a finales del siglo XIV, la mayor parte de la música se cree que es anterior. Por ejemplo, el motete “Inperayritz de la ciutat joyosa”, posee un texto distinto para cada una de las dos voces, estilo que ya no se utilizaba cuando el manuscrito fue copiado. Inicialmente contenía 172 folios escritos por las dos caras, de los cuáles 35 se han perdido. De los 137 restantes, sólo siete contienen música, los comprendidos entre el 21v y el 26v. Por tanto, sus páginas musicales no pasan de doce.
El repertorio musical del “Llibre Vermell de Montserrat” es fruto del espíritu de devoción nacido hacia mediados del siglo XIII bajo la influencia, entre otras, de la orden franciscana. Los franciscanos, con sus ideales de pobreza y humildad, estimularon con su ejemplo la piedad de las gentes sencillas, que se unían a ellos para orar y cantar, extremo que contrasta con el de órdenes como el Císter, entre los muros de cuyos monasterios encontraban refugio distinguidos miembros de la nobleza. Si en monasterios cistercienses como el de Las Huelgas, directamente vinculado a la casa real de Castilla, se entiende que sonasen las ricas polifonías de la Escuela de Notre Dame, también se entiende que lo que cantaban los franciscanos fuese básicamente un repertorio “reciclado”, compuesto de ideas muy sencillas; su pista no es fácil de seguir, puesto que su primera transmisión fue oral. Si la creación del primer corpus musical sacro de carácter popular se debe a los franciscanos, a otra de las nuevas órdenes mendicantes que aparecieron en el siglo XIII, la de los dominicos, se debe el estímulo del culto a María. Ello favoreció la aparición de un repertorio específico de canciones populares marianas, y de otras menos populares debidas a compositores cultos como eran trovadores y troveros. De unas y otras quedan en la Península Ibérica dos testimonios excepcionales, uno de carácter culto, las “Cantigas de Santa María”, y otro de carácter popular, aunque sólo en parte, el “Llibre Vermell de Montserrat”. El propósito del repertorio del Llibre Vermell, manuscrito en el que fue copiado entre los años 1396 y 1399, lo explica la nota intercalada entre sus dos primeras piezas. Dice en latín, lo siguiente: “Quia interdum peregrini quando vigilant in ecclesia Beate Marie de Monte Serrato volunt cantare et trepudiare, et etiam in platea de die, et ibi non debeant nisi honestas ac devotas cantilenas cantare, idcirco superius et inferius alique sunt scripte. Et de hoc uti debent honeste et parce, ne perturbent perseverantes in orationibus et devotis contemplationibus.”
Tablatura y melodia
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