De esto diré un milagro que vi en Toledo, lo hizo la Virgen allí, en su capilla, y creedme que hace otros muchos milagros.
Esta capilla de la Santa Virgen, donde a fe que yacía, tiene dentro una imagen suya hecha como cuando parió, y está acostada.
Esta imagen la hizo pintar el Emperador, el que fue señor de toda España (Alfonso VII), pero el buen Rey don Fernando la pintó toda, mejor, el cuerpo y el rostro.
De este Rey nació una hija, que prometió a Santa María y desde entonces la ofreció a la orden del Císter, que es santa y de paz.
A esta niña su madre la mandó llevar a las Huelgas de Burgos, para su crianza; pero se puso enferma y murió, de lo que tuvo pesar su ama, toda la noche, con tal duelo que querría matarse; y a su madre luego lo contó, y ella obró como a quien aflige el que le muere una hija.
Y fue a recogerla, y dijo así: "Pues no quiso la Virgen, a la que te di en don, que tú vivieses, pero quiso que a la legión de los muertos fueses incorporada, por mis pecados; yo te pondré a los pies de la Madre de Dios."
Y lo hizo luego, por San Bonifacio. E hizo salir a todos de la capilla, y mandó cerrar bien las puertas, y las dueñas se pusieron a arañarse el rostro, y ella llorando se veló la faz, y dijo: "Y no me apartaré de esta puerta, porque sé bien cierto que me devolverá mi hija viva la Madre del buen Rey, si no, de luto traeré duelo o de un sudario.
En diciendo esto, oyó llorar a la niña, y las puertas abrió, y la tomó en brazos, muy diligente, llorando y diciendo: "Bendita Tú eres, mi Señora, que pariste a Jesucristo y por ello, en cada lugar donde haya una iglesia tuya, hasta en Arras te daré de lo mio."
Y asi puntualmente lo hizo, y llevó a su hija, de aquella vez, que le dio a las Huelgas de Burgos, lugar de buen prez, aunque lo lleve a mal el demonio malvado.
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