domingo, 4 de marzo de 2018

Con ese amigo






Cuando puedo conversar con un amigo 
sentados a la mesa sin horario, 
entre los dos el mate repetido 
y el cenicero soportando agravios, 
en su oreja redonda, sin oido 
por culpa del tabaco o por ser sabio 
cuando puedo conversar con un amigo 
siento que el corazón canta en mis labios... 

Todo se mezcla, la sonrisa, el humo, 
la luz en la ventana y el sonido 
de algún gorrión que canta por el patio, 
un tren que pasa, palomas y niños, 
todo se mezcla, nada está vacío, 
porque puedo conversar con un amigo... 

Suele venir a veces, no lo invito; 
invitar un amigo es como echarlo; 
el viene cuando quiere y cuando llega 
el calor de mi hogar corre a abrazarlo, 
pero mi amigo sabe que mi casa 
es digna de respeto al cobijarlo, 
por eso a veces llora cuando lloro, 
pero no ríe así nomás por algo 
que a mí me cause gracia o que yo diga 
solo por conformar mi ego de humano; 
sabe que la obsecuencia causa intriga 
y en la amistad no encaja lo profano. 
Cuando puedo conversar con ese amigo 
siento que cabe el sol en una mano... 


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