sábado, 12 de octubre de 2019

225 Cantigas de Santa María




Un sacerdote siempre cantaba muy bien la misa de la Virgen y la gente estaba ansiosa por escucharlo. En agosto, en la gran fiesta de la Virgen, estaba cantando la misa.
 Se comió al anfitrión. Luego comenzó a beber la sangre. Sin embargo, en el cáliz vio una gran araña. Pensó que esto era curioso, pero como un verdadero español, reunió su coraje y lo bebió. Dios no permitió que el veneno lo envenenara, o que la araña lo mordiera, pero se arrastró por debajo de su piel.
 Viajó a través del cuerpo del sacerdote y, si se encontraba al sol, la gente podía verlo moverse. Les dijo que sufrió esta aflicción a causa de sus pecados. Rezó a la Virgen para que intercediera con su hijo y le diera una muerte rápida o le quitara el sufrimiento. La araña se arrastró por su columna vertebral, a lo largo de su bazo, subió por su pecho y bajó por sus brazos. Era muy peludo.
 Una tarde, cuando estaba sentado al sol, uno de sus brazos comenzó a hormiguear y se lo rascó. De repente, la araña salió de debajo de su uña. El sacerdote la tomó, la molió y la colocó en su bolso. Mientras decía misa, la comió y dijo que sabía a comida deliciosa. Al ver esto, la gente alabó a la Virgen y el sacerdote fue mucho menos lujurioso desde entonces.







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