domingo, 22 de marzo de 2020

248 Cantigas de Santa María




Ésta es de cómo Santa María protegió en su iglesia de Laredo a dos marineros que se querían matar y les reconcilió.
 "Además de dispensarnos muchos bienes, la Señora espiritual impide que hagamos todo el mal que podemos."
 Que está en nuestra naturaleza querer obrar más mal que bien y Ella nos guarda de hacerlo, impidiéndonoslo.
 Y voy a referir un gran milagro demostrativo de tan alta piedad que hizo en Laredo la Señora que puede y vale, en la iglesia suya de que ya os hablé, que se halla sobre la mar y a la que acude mucha gente en romería para rezar a la Gloriosa, que siempre da consuelo a los desventurados y nunca les decepciona.
Ocurrió cierta vez en que se congregaron allá muchos paisanos para quemar sus cirios; dos marineros se pusieron a pelear cuando estaban ante el altar, retándose a muerte; sacaron ambos sus cuchillos para atacarse, pero la Gloriosa no consintió en que llegaran a hacerlo impidiéndoles todo movimiento para que ninguno pudiese ir contra el otro, y todos los circunstantes pudieron verlo.
Así, una vez que extendieron sus brazos para herirse no pudieron luego encogerlos de ningún modo, y, mirándose frente a frente, quedaron inmóviles, como si fuesen estatuas de piedra o de metal.
 Y, en este estado de parálisis, uno y otro se arrepintieron sinceramente y pidieron gracia a Santa María, lo mismo que hicieron todas las gentes que presenciaron lo sucedido en un ruego unánime e inmediato. Y Ella escuchó su ruego y su oración, y los dos que se peleaban perdonáronse mutuamente, tras lo cual todos los presentes loaron de corazón a la Virgen de quien Dios quiso nacer el día de Navidad.







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