La Risa, revista de Humor
Capitulo V
La risa Infantil, un injusto olvido
Estas páginas son un homenaje y un recuerdo a una revista, a unos dibujantes y guionistas que de alguna forma llenaron muchas horas de nuestra niñez y de nuestra adolescencia. Quizá no están todos los que fueron, pero si están todos aquellos que dejaron al tipo de huella en nuestro recuerdo
En los albores de la democracia orgánica de los años cuarenta reapareció la revista La Risa, una publicación dedicada a la historieta que alcanzó una gran popularidad. La revista La Risa infantil no es que sea la representante por antonomasia del tebeo humorístico español, la consideración de bueno o malo es algo excesivamente relativo para hablar en términos absolutos pero se caracterizó por su humor blanco, inocente y sencillo.
Si existe una publicación que haya pasando más injustamente inadvertida esa es sin duda La Risa Infantil. Cierto es que dicha publicación se remonta muchos años atrás, pero también concurre en la Risa, además, otra circunstancia a reseñar, que no es otra que la sensación errónea que puede generar en el lector el echar un primer vistazo a la revista: nos referimos a la consideración de La Risa como una publicación infantil (malentendiendo el vocablo como algo peyorativo). Un análisis detenido nos demostrará que La Risa mantiene las características esenciales y estéticas de sus coetáneas.
A pesar de su actual olvido por parte del aficionado y la critica, por sus páginas pasaron algunos de los más importantes autores del tebeo posbélico: Ayné, Emilio Boix, Ibañez, Raf, Martínez Osete, etc.
La Risa puso su impronta al canalizar, como ya hemos dicho, un humor, blanco, inocente y sencillo que nos hacía reír. Son historietas comunes, hechas en molde, no son costumbristas, no son ácidas.
La Risa es una publicación que no ha recibido las loas que algunas de sus contemporáneas: TBO, Pulgarcito, ….. De la primera decir que fue la responsable del genérico nombre que se dio a toda la narrativa gráfica, de la segunda, que es considerada la publicación más subversiva de aquellos años, al reflejar de manera velada la España del estraperlo y del usted no sabe con quien está hablando, y que generó toda una revolución en el medio español.
¿Qué ha ocurrió entonces con la historieta? ¿Fue un fenómeno social, fue un medio de comunicación, fue una forma de arte... o sólo fue algo para niños? Está claro que la historieta fue todo lo primero, porque fue algo que estuvo en todos sitios, para todas las edades y todos los gustos, cultivó la mente y desarrolló la imaginación.
Entonces…. ¿Dónde ubicamos a una publicación como La Risa? No es intención de este texto entrar en pormenores sobre esta publicación en general. Sería injusto que se le hubiera exigido ser el calco de las otras.
Quizá sus historietas sean de un nivel inferior, pero creemos que la lectura de La Risa es más que aconsejable.
Emilio considera que solo hay dos clases de historietas: buenas y malas, nada mas... ¿o acaso una historieta es buena solo por tener un montón de dibujos y palabras inentendibles? ¿Eso la hace mejor? ¿O el apoyo de un grupo selecto de críticos vale mas que a uno le guste o no?
El irreductible universo del tebeo, sus temas, sus propuestas, sus alcances como manifestación artística y poderosa industria cultural, rebasan, con mucho, cualquier intento de ubicación en la que se pretenda etiquetarlo.
J. Rizo
Uno de los autores más originales del panorama tebeistico de posguerra fue J. Rizo, que dio a sus historietas un humor quizá no muy bien valorado por los lectores, pero que fue
uno de los artistas esenciales de La Risa
La carrera de J. Rizo se extendió a lo largo de varias décadas con un estilo visual extraordinario al que acompañan una energía y una inteligencia únicas, y prueba inapelable de que el verdadero autor de una historieta es solamente el autor, cuya personalidad queda grabada en ella a pesar de las presiones y dificultades de la época.
La Risa y…..
nosotros que la quisimos tanto
Ahora que en el mercado Español están de moda las revistas dedicadas al estudio de la historieta actual, donde se alternan las entrevistas en profundidad y que incluso los buenos resultados de algunos fanzines han propiciado los primeros pasos de pequeñas editoriales, es bueno que se repesquen las historietas de los grandes autores patrios de antaño. Son varios los autores que, desgraciadamente, han muerto y recoger una pequeña muestra de sus trabajos supone una especie de reconocimiento póstumo de su obra.
Los aficionados al tebeo en España han sido más bien parcos a la hora de estudiar a los autores en su propia lengua y normalmente prefieren escribir el enésimo artículo sobre Alex Raymond o cualquier autor de moda, pero ésa es otra historia que merece ser contada en otra ocasión.
El tebeo español, tras su supuesta "década oscura", emerge con fuerza a primeros de los cincuenta, con una verdadera avalancha de publicaciones, iniciativas y autores que en apenas un par de años transforman completamente el panorama existente y levantan una serie de expectativas más que optimistas.
Entre esa avalancha de publicaciones emerge de sus cenizas cual ave fénix "La Risa 2ª época".
El simple censo de los personajes e historietas publicados en La Risa podría dar lugar a una obra de proporciones enciclopédicas.
Por ello hemos tenido que limitarnos a algunos de los personajes y autores que camparon a sus anchas por las páginas de La Risa.
Sus páginas perviven con la misma frescura de antaño y hoy seguimos riendo como el primer día de las catástrofes provocadas por unos personajes que llegaron a formar parte del perfil mismo de la publicación, y compartieron con ésta los mismos elogios y críticas, unos personajes incapaces de escapar del estereotipo ridiculizante.
No se puede negar que en los terrenos del esperpento La Risa deja momentos realmente brillantes que provocan la carcajada en algunos puntos. Divertidísima y llena de guiños al cine mudo, La Risa… es un excelente antídoto para quienes se toman la historieta, la literatura o la cultura en general demasiado en serio, y un auténtico regalo para quienes disfrutan de esta especie de cuentos esperpénticos que suspenden nuestra incredulidad a base de acumular datos inútiles, en una ingeniosísima parodia.
Sea como fuere, La Risa sigue allí, se ha ganado un puesto en la pequeña gran historia de los tebeos españoles y tarde o temprano algunos de sus contenidos (Bob-Ayna y Pat-Acón", "La Familia Trapisonda" y "Nicrostato Mochales", entre otras, deberían ser reeditados
Abrir los ojos
Los tebeos de posguerra carecían de la arrogancia y desordenada pretenciosidad de la historieta contemporánea. Los guiones contaban la historia de forma comprensible, y los dibujos, que hoy nos pueden parecer sencillos o simples, eran eficaces y el dialogo y la narración funcionaba. Hoy se busca la espectacularidad y se obtienen viñetas como las de Harold Foster y su Principe Valiente, ante las cuales el lector se detenía a contemplar soberbios frescos acerca del mundo medieval y pasaba por alto el relato. 
Si bien numerosos analistas de los medios de comunicación juzgan que la historieta de esos años fue una herramienta manipuladora del franquismo, pensamos que a cada lector le corresponde decidir si hay algún mensaje en la historieta que lee. Siempre es un discurso de un autor con su lector.
Nadie tiene porque entrometerse e indicarme su lectura. No descarto nuestra ingenuidad, pero nosotros gozamos introduciéndonos en el mundo de la imaginación, de la fantasía y el ensueño; un mundo lleno de humor y de aventuras.
Con el inicio de la década de los cincuenta se da la consolidación de las revistas de humor, Pulgarcito, Jaimito, La Risa, etc. con material exclusivamente autóctono y que se caracterizaron por la originalidad y una profunda calidad y creatividad.
Algunas de esas publicaciones humorísticas, aunque de manera velada, reflejan en sus historietas la realidad local que el lector reconocía sin dificultad, con alusiones al estraperlo, a la precariedad de la vivienda, etc.
La Risa fue una de las pocas que se mantuvieron en el terreno de lo ingenuo o del entretenimiento puro, desprovisto de denuncia o de compromiso con una realidad propia.
Todo esto, sumado a que la crítica oficial ha ignorado, prácticamente esta revista, con nuestras páginas no hemos pretendido sino volver la mirada hacia unas historietas y autores que han quedado, ¿obligadamente?, silenciados.
Debe hacerse notar que en esta publicación hace sus primeras armas el ya consagrado como historietista humosristíco Ibañez, cuya consagración definitiva llegaría en Pulgarcito con su Mortadelo y Filemon, otro de los que también se dieron a conocer en La Risa, fue el malogrado Raf.
Los popes de la critica siempre se han referido a La Risa con vocablos de connotaciones peyorativas. Teniendo siempre en cuenta que lo popular presenta frecuentemente una imagen degradante, se vierte una imagen equivocada sobre la publicación. Se trató de una publicación que centró su comicidad en la exaltación de un humor puro y desprovisto de connotaciones políticas.
Partiendo de la noción de estereotipo en sentido amplio, que la sociología define como una concepción simplificada y comúnmente aceptada por un grupo sobre un personaje, o sobre una estructura social, se puede observar en la Risa, especialmente durante sus 100 primeros números, que en sus historietas existían un modelo preestablecido a las que dignifica con elementos propios del cine mudo. De esta manera la revista se plegaba consciente o inconscientemente a los dictados de un medio de difusión que iba dirigido al gran público. 
Es nuestra verdad. Podrán seguir pasando días, meses, incluso años de ceguera ante la realidad, pero tarde o temprano, habrán de abrir los ojos.
Manuel López
MANUEL LÓPEZ
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