El señor Juan Manuel de Prada se mete a teorizar sobre algo tan abstracto y lo resume en pocas
palabras: "Una vocación de entrega personal, muy semejante a la de los curas". Venerable. Indispensable. Yo quiero intervenir como maestra jubilada hace dos años, que ha disfrutado muchísimo de su trabajo y del trato con los niños, que son lo mejor que tenemos. He tenido muchos buenos colegas de todo tipo. Unos muy vocacionales, miel sobre hojuelas, y otros no. Y creo que para ser bueno en este oficio lo indispensable en la responsabilidad y la autocrítica. Y no les pida a los jóvenes que acceden a esta profesión, señor Prada, que se autoexcluyan por falta de vocación o de conocimientos que transmitir. El maestro organiza, dirige y estimula los aprendizajes; ayuda a descubrir y a aprender. Todos tenemos que pasar nuestro periodo de novatos, mejor con humildad. El trabajo, los errores, los colegas o la formación continuada son los que terminan de formarnos para ser buenos docentes.
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