lunes, 15 de junio de 2015

Las tierras del camino ( Segovia )






Ritmo ternario, y movimiento animado, con acompañamiento de castañuelas, guitarras, bandurrias, laúd, almirez y botella de anís con llave, también se tocan con la dulzaina y el tamboril. En compás de 3/4 o 3/8, está distribuida habitualmente en estrofas de cuatro versos alternativos de siete y cinco sílabas con asonancia en los pares, seguidas de estribillos de tres versos de cinco sílabas el primero y tercero y de siete el segundo. El contenido de sus letras suele ser de tema amoroso, pero también las hay de temática pícara o jocosa. Se baila por parejas que pueden ser mixtas, estas forman un círculo y se van cambiando de parejas. Se bailan en las fiestas patronales y en la fiesta de la vendimia y de la agricultura que se hacia en esos tiempos .
Según Navarro Tomás,  los ejemplos más tempranos se encuentra en las jarchas hispanohebreas de los siglos XI y XII, así como en las cantigas gallegas del s. XIII de Alfonso X el Sabio, Meendinho o Martín Codax, de quien es este ejemplo:
Mía irmana fremosa, 
treides comigo
a la igreja de Vigo,
u é o mar salido
Desde el siglo XV aparecen con progresiva frecuencia en autores tan destacados como Juan de Timoneda, Sebastián de Horozco, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz.
La denominación "seguidilla" aparece por primera vez en el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán(1599), quien afirma que « las seguidillas arrinconaron a la zarabanda », si bien la primera definición aparece en el Cisne de Apolo de Luis Alfonso de Carvallo(1602):
Hay estancias de dos versos que tienen las consonancias continuas, y llámanlas seguidillas porque se suelen seguir unas de otras, aunque cada una ha de perficionar en sí la sentencia y concepto, sin pasar ni quedar pendiente a las demás. Suélense cantar muy comúnmente, y sea ésta del Sanctísimo Sacramento ejemplo:
Hoy se cubre y tapa debajo un velo,
el que cubre tierras, mares y cielo.
Cervantes en su Quijote, atestigua que se bailaban y cantaban en su época:
Con esto dejaron la ermita y picaron hacia la venta, y a poco trecho toparon un mancebito que delante dellos iba caminando no con mucha priesa, y así le alcanzaron; llevaba la espada sobre el hombro y en ella puesto un bulto o envoltorio, al parecer, de sus vestidos, que, al parecer, debían de ser los calzones o greguescos, y herreruelo, y alguna camisa, porque traía puesta una ropilla de terciopelo, con algunas vislumbres de raso, y la camisa, de fuera; las medias eran de seda y los zapatos cuadrados, a uso de Corte; la edad llegaría a diez y ocho o diez y nueve años, alegre de rostro y, al parecer, ágil de su persona; iba cantando seguidillas para entretener el trabajo del camino; cuando llegaron a él, acababa de cantar una, que el primo tomó de memoria, que dicen que decía:
A la guerra me lleva
mi necesidad.
Si tuviera dineros,
no fuera, en verdad.
El Quijote, II parte, cáp. XXIV

No hay comentarios:

Publicar un comentario