domingo, 8 de noviembre de 2020

278 Cantigas de Santa María


 

   

 "Cómo una buena dueña de Francia, que era ciega, vino a Vila-Sirga e hizo allí oración y fue luego sanada y recobró la vista. Y cómo ella, rumbo a su tierra, conoció a un ciego que también iba en romería a Santiago y le aconsejó que pasase por Vila-Sirga para que él también fuese curado.
" Como sufre muy gran pena
 el hombre ciego en su vida, 
así hace gran merced 
la Virgen en socorrerle. 
 Quiero contaros un milagro hermoso y bello que tuvo lugar en Vila-Sirga donde la Virgen suele hacer milagros más dulces que la miel para los que en ella ponen su fe. Esto pasó en aquel tiempo cuando la Virgen comenzaba a hacer milagros en Vila- Sirga, milagros por los que fueron sanados muchos enfermos y resucitados muchos muertos. Y por estos mismos milagros venía a aquel lugar santo gente de todas partes, como fue el caso de una mujer de Francia. Esta mujer, ciega, había ido en romería a Santiago con la esperanza de recobrar la vista. Habiendo alcanzado la ciudad del apóstol, volvía a su tierra, todavía ciega. 
 Un día al llegar a Carrión, la hija de esta mujer, que le servía de guía, le dijo, «no vamos a parar aquí, sino que pasaremos la noche un poco más adelante, que hay al lado del camino unas chozas donde podemos acostarnos». Y hacía poco que habían salido de la villa cuando empezó a llover tan fuerte que les costó mucho alcanzar una iglesia--que era la de Vila-Sirga-- y entrar en ella. La ciega se paró delante del altar donde hizo su oración, rogando a Santa María que le quitase aquel mal para que recobrase la vista. 
Y fue en seguida curada, y comenzó a alabar a la Virgen Santa María. Al día siguiente con gran alegría se lanzó de nuevo al camino hacia su tierra; y, caminando, se topó con un hombre ciego que iba a Santiago. Pero la buena dueña le aconsejó que fuese por Vila-Sirga si quería la vista recobrar. Y le contó toda su historia, cómo ella había ido con muchos peregrinos a Santiago, pero sin jamás recobrar la vista, hasta que la Madre de Dios con su gran poder se la había devuelto en Vila-Sirga. 
 El ciego creyó a a la dueña y, en cuanto se hubo despedido de ella, caminó con toda prisa a Vila-Sirga. Allí hizo su oración y volvió a ver, ya que no se demoró Santa María en curarlo. Y todos los que luego estos acontecimientos supieron loaron a Santa María por tan hermoso milagro como el de sanar tan rápido a dos ciegos.



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