jueves, 25 de marzo de 2010

Los tebeos de aventuras en España (II)

LAS PORTADAS

La cubierta es lógicamente la parte exterior del tebeo o del libro, donde deben figurar de una forma u otra sus datos identificativos. Es lo primero que se ve del tebeo y lo que debe dejar adivinar, con un simple vistazo, lo que se va a encontrar en el interior; es una especie de escaparate de todo su contenido. O al menos debe serlo.
En la época floreciente de los tebeos, éstos se vendían en los quioscos, y los quioscos de entonces eran propensos de exponer su mercancía al público cara al exterior. El atractivo de una portada podía inducir a la adquisición del tebeo, y hubiera sido lógico, por eso, que se cuidara su confección para mejor atraer a sus lectores, pero no siempre sucedía así. Sin embargo, una vez conocida por los lectores la colección o la serie a la que el tebeo correspondía, la portada pasaba a ser un elemento relativamente accesorio porque entonces cada serie , cada colección, tenía sus seguidores asiduos que compraban los tebeos por motivos distintos al atractivo que pudiera desplegar su portada. Claro que siempre podían captarse nuevos lectores que siguieran las aventuras del héroe una vez empezadas., como irremisiblemente había de ocurrir en las series de muchos años de duración que se reeditaban desde el principio para que los nuevos lectores pudieran conocer el origen de las andanzas de sus personajes favoritos.
Quizá por ese buscado, y no siempre conseguido, atractivo, las cubiertas de los tebeos iban impresas a todo color aun cuando el interior del cuaderno fuera generalmente- con alguna excepción- en negro sobre blanco, o más frecuentemente en negro sobre gris o beige porque la calidad del papel no alcanzaba la blancura necesaria.
La portada debía de ser una especie de compendio del tebeo, o mejor dicho, de las características de la historia que contenía. A través de ella, el futuro lector había de saber la época y el lugar en que se desarrollaba la acción; si se trataba de una historia del oeste, de ciencia ficción, policíaca, de la selva o de tiempos pasados; cómo era el protagonista - casi siempre un hombre y casi nunca una mujer- su fisonomía, qué ropa vestía, si usaba antifaz, si tenia poderes especiales, si era justiciero, si era deportista, un soldado o un detective, si actuaba solo o acompañado si la acción correspondía a un cuento de hadas, a una gesta heroica, a un relato romántico o a un episodio histórico.
Pero lo fundamental de la portada era su atracción particular. Sólo una portada sugestiva podía cumplir su misión de escaparate capaz de incitar a la adquisición del cuaderno. Sin embargo ese especial atractivo no dependía sólo de la calidad de la ilustración. Hubo portadas que se caracterizaron por su rudimentario dibujo , y eso es precisamente lo que les confería un aire naïf que llamaba la atención.
El diseño era esencial. Porque en las portadas, además del trabajo del ilustrador, debían combinarse una serie de elementos imprescindibles como el nombre de la serie, el título del episodio y el precio. El nombre de los autores , por extraño que pueda parecer, era totalmente superfluo y nunca figuraba en las portadas. Sólo la firma del ilustrador permitía averiguar su autoría que podía no coincidir con la del interior del tebeo.
Pues bien, estos elementos imprescindibles se combinan de mil maneras distintas, dando relevancia a los rótulos, que a veces adoptaban formas caprichosas siempre relacionadas con el tema de la aventura, o simplemente resaltando la ilustración y quedando las letras en un plano accesorio y puramente funcional. En ocasiones, las portadas de toda una colección habían de adaptarse a una determinada plantilla que podía consistir en una franja vertical con la figura del protagonista o una orla que enmarcaba las distintas ilustraciones o en los rostros de los personajes inscritos en los correspondientes medallones que habían de aparecer en cada número o en cualquier otro distintivo que permitiera identificar la serie a la primera mirada.
El diseño de las portadas evolucionó con el tiempo. En las cubiertas de los primeros tebeos se amontonaban, en viñetas irregulares y sin relación alguna, distintas escenas de la historia que sólo a veces conseguían un conjunto armónico o un diseño interesante. Por lo complicado del sistema, pronto se pasó a la ilustración única que ocupaba toda la portada reproduciendo , desde distinta perspectiva , algún episodio del interior, enmarcaba con los distintivos de la colección si los había, y salpicada a menudo con las caras de los personajes a gran tamaño.
La evolución se hizo notoria no sólo en el tipo de dibujo sino también en su concepción y realización , tendiéndose, a medida que avanzaba el tiempo, a una mayor simplicidad acorde con la rapidez y la consolidación del sistema.

SALVADOR VÁZQUEZ DE PARGA.

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