Memoria sentimental en blanco y negroLos primeros amores a veces llegan y se van. Como una etapa más por la que se atraviesa, nuestro primer noviazgo es luego superado y guardado en la memoria como un recuerdo que nos brindó enseñanza, nos dio felicidad y nos hizo llorar, tal vez. Por una u otra razón hemos debido resignarlo o simplemente el amor se fue desvaneciendo.
Todo lo dicho en el párrafo anterior podría aplicarse a los tebeos. Mis primeras lecturas fueron tebeos. Mi interés por los tebeos viene desde que tengo memoria, recuerdo que, nada más aprender a leer, ya empecé a interesarme por todo lo que llevara letras y, sobre todo, por todo lo que llevara ilustraciones y contara alguna historia.
Mis primeros tebeos fueron prestados Leyendas, Tarzán, El Hombre Enmascarado, Chicos, etc. Desde que era muy, muy pequeño, me he visto siempre leyendo tebeos. De hecho, cuando intento remontarme más atrás de las primeras sensaciones plásticas, prácticamente no recuerdo nada. Leer era la actividad que más me gustaba, era para mí algo tan natural como lo era el saltar, cantar o jugar.
Pasaron los años y yo seguí leyendo tebeos, siguiendo con interés cada semana las aventuras del Guerrero del Antifaz y de, El Hombre de Piedra y de cuanto héroe caía en mis manos. Y de vez en cuando leía una novela, sobre todo si era de El Coyote.
Los tebeos me fascinaron durante muchos años pero una novia y el servicio militar, me dejaron absolutamente apartado de ellos. Me seguían gustando algunas cosas, pero ya no las veía con la misma ilusión de antaño, que devoraba todo tebeo que caía en mis manos.
Sin embargo, años más tarde me reencontré con los tebeos en el Mercado de San Antonio. Me hice con la colección completa de El Capitán España a precio irrisorio. No había leído nada de él, pero dada la “oferta” no pude resistirme, su lectura fue un paseo por la nostalgia, por el recuerdo de una época.
Los comics del franquismo. El Capitán España.
Salvador Vázquez de Parga en su libro "Los Cómics del Franquismo" (Editorial Planeta en su colección Textos) escribe acerca del Capitán España lo siguiente:
"Uno de los casos más curiosos de racismo colonialista son las series dedicadas a El Capitán España y Jungla, dos aventureros españoles que pasean su hispanidad por los mares y selvas asiáticas, resaltando su preponderancia física e ideológica entre amarillos e hindúes que indefectiblemente sucumben bajo sus puños. Ambos héroes se inmiscuyen en la política de los piases asiáticos que deben ser civilizados por la benefactora influencia europea. No importa que "Alba Roja", la enemiga china de "Jungla", sea presentada como "la pirata ambiciosa y despiadada, enemiga de todo lo extranjero".
Tras la lectura de tan docta parrafada, me entraron serias dudas de si al Capitán España que se refería Salvador Vázquez de Parga era el mismo Capitán España que yo había comprado en el Mercado de San Antonio. Así pues sin más dilación me dispuse a releer nuevamente esta colección.
Tras una atenta lectura de la misma y centrándome en la inmiscuidad del Capitán en la política de los piases donde transcurren sus aventuras, no he podido constatar dicha injerencia por parte de nuestro Capitán.
Ciertamente en principal antagonista de nuestro héroe es asiático: "Estrella Amarilla", que pretende expulsar a los ingleses y posteriormente hacerse el amo del mundo, a la muerte de éste su hija "Flor Amarilla" que busca vengarse del Capitán por la muerte de su padre, pasará convertirse en el enemigo principal del héroe español.
Si pretendemos ser objetivos con una obra determinada, la premisa primera debe ser situarnos en el contexto de la época en que esta realizada, en lo que se leía y sobre todo en el cine que se veía. Siempre he mantenido que la historieta española, salvo en muy pocas excepciones, se basaba muchísimo en el cine de aventuras que nos venía más allá del Atlántico y de ello tenemos cientos de ejemplos.
El Capitán España, al igual que muchos de los héroes supuestamente coloniales, refleja el clásico folletín de primeros de siglo, concretamente el arranque de la colección y la descripción del malvado concuerda con aquella celebre saga de "Fu-manchú", y de la que podían ver distintas versiones cinematográficas en nuestras pantallas, sólo que el héroe era Ingles en lugar de Español.
Efectivamente, Estrella Amarilla al igual que el Doctor Fu-Manchú es un genio absoluto, posee una inteligencia y un talento absolutamente excepcionales: es un super-hombre del mal. No trabaja para nadie: se sirve de todos para lograr sus propios fines: un mundo esclavizado en el que él gobernará con mano de hierro.
También como Fu-Manchú, Estrella Amarilla tiene una hija: Flor Amarilla, que ha heredado de éste su sangre fría, sus pocos escrúpulos y gran parte de su inteligencia. Una peligrosa y hermosa mujer que espera su oportunidad para vengarse de nuestro héroe.
El Capitán España toma también ideas y situaciones de la película "El Mundo en sus manos" interpretada por Gregory Peck, de ella coge Gago la rivalidad de España con Tiburón y la celebre carrera de barcos, incluso de algunas de las peleas que sostiene el Capitán con Tiburón contienen referencias de multitud de filmes.
Como podemos ver, no existe racismo colonialista ni injerencia en la política de los nativos, simplemente refleja lo que veíamos y leíamos en aquellos años.
En cuanto a la acusación de pasear la hispanidad de los protagonistas, me pregunto ¿que más dará que sea español, ingles o americano? Si la serie estaba destinada a un público juvenil español, pienso que no estaba demás que el héroe fuera de la misma nacionalidad.
La saga del Capitán España, es una de las más interesantes de cuantas realizó Manuel Gago. El dibujo, con su ya consolidación estilística rápida pero efectista y eficaz, con una dimensión marcadamente popular que lo hace atractivo, se conjuga con una experta planificación. Otro de los grandes logros en el Capitán España es la movilidad de los personajes, muy especialmente en las espectaculares escenas de lucha.
En resumen: El Capitán España es una muy agradable serie de aventuras que se lee con agrado y que no desmerece en nada de algunas colecciones mucho más renombradas.
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