jueves, 20 de septiembre de 2018

175 Cantigas de Santa María




Esta es de un hombre bueno que iba, con un hijo suyo, en romería a Santiago, y le ahorcaron, a tuerto, el hijo en Tolosa, y Santa María se lo devolvió vivo.
 "Tiene por derecho la Señora de lealtad que se vuelva el daño contra quien jura falsamente."
 De esto diré un milagro de gran maravilla extraña que mostró Santa María por un romero alemán, que iba a Santiago, que es patrón de España, y por Rocamador vino a la ciudad de Tolosa
. Él, sobre todas las cosas, amaba a Santa María y, por ello, a menudo, le rogaba y le decía que librase de peligros a él y al hijo que traía, pues que era Madre de Cristo, que es Dios en Trinidad.
 Y cuando entró en Tolosa, se fue luego a buscar posada, a casa de un gran hereje, sin saber nada de ello, pero, cuando lo vio, la gente quedó sorprendida, y le dijeron al hijo: "Salid de ese albergue.
" El hereje, que estaba lleno de mal y de engaño y que cada año cometía continuas falsedades, para que aquel hombre bueno no se separase de él sin daño, cogió un vaso de plata, allá en secreto, y lo metió en el saco del hijo, y, en cuanto salió, se fue con rapidez detrás de ellos, llamándolos a grandes voces porque le llevaban su vaso de plata nuevo y bruñido; y cuando los hubo alcanzado les dijo: "Alto, alto."
 Los romeros, cuando esto vieron, quedaron asombrados, porque vieron venir al juez, con sus hombres armados, que los prendió, y en seguida fueron bien registrados, hasta que hallaron el vaso, tal es la verdad. Tan pronto como lo hallaron, el hereje juró que aquel vaso era suyo, y que se lo había hurtado el mozo que lo traía, y el justicia, con fiera saña, dijo, sin dilación: "Ahorcad a este mozo." Sus hombres, crueles, en seguido lo hicieron, sin apiadarse de la cuita del padre; y cuando, ante su vista, lo pusieron en la horca, él encomendó su alma a la Señora de bondad y se fue a Santiago, como había prometido, y, al venir de vuelta, no se olvidó de ir adonde había dejado muerto aquel hijo que había sido traicionado, y lo estuvo mirando, llorando con piedad.
 Y cuando él así lloraba, le decía el hijo: "Padre, padre, hombre bueno, no os desesperéis, porque, de cierto, estoy vivo, y me guarda la Virgen Santa, que con Dios se asienta en el trono, y me sostuvo con sus manos, por su gran caridad."
 Cuando vio el cuitado que su hijo así le hablaba, fue corriendo a Tolosa y llamó al juez, y, además, llamó a mucha gente y la llevó consigo, para que viesen al hijo vivo, que había sido, por crueldad, puesto en la horca, y muerto, pero no lo había querido la Virgen que a los malos rebja y yergue a los buenos, y lo sostuvo con sus manos, para que no colgase de la garganta.
 Y dijo: "Amigos, id presto y descolgadlo." Fuéronse luego todos, y, con ellos, fue el desgraciado padre, con el afán de recobrar a su hijo, y cuando se le mostró vivo, le bajaron de la horca, y todos hacían con él un llanto tan amargo que fue menester decirles: "Callad." Y cuando hubieron callado, él les contó todo lo sucedido: cómo había estado en la horca tres meses seguidos, donde la Virgen lo había guardado, y les dijo la verdad del pleito, rogándoles mucho:
 "Llamad al hereje que escondió en mi saco el vaso, porque tuviera una muerte cruel y mala; sin embargo, no quiso la Virgen Santa María que muriese, pero dispuso que viviese, y por ello dadle loores por este hecho." Y luego toda la gente mandó a Tolosa por el hereje, y cuando llegó, con cara de vergüenza, supieron por él la verdad, y le dieron muerte peligrosa en una hoguera, diciendo: "Holgad aquí."
 Tal justicia, tan buena, la Madre del Dios justiciero la hizo por aquel hombre bueno, muy leal y verdadero, devolviéndole al hijo vivo; y también hizo que el hereje usurero tuviese la muerte que se buscó por su maldad. Y por esto, ay amigos, démosle grandes loores, que siempre socorre a los cuitados y perdona a los pecadores, y hace mercedes a todos, grandes y pequeños, y, por ello, load siempre sus tan nobles milagros.

 



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