domingo, 9 de diciembre de 2018

186 Cantigas de santa María





Esta es de un monasterio de Jerusalen, de cómo le dio Santa María mucho trigo un año de escasez y, otro, mucho oro. "Gran fe debieran todos poner en Santa María."
Y, de esto, amigos, diré un milagro que hizo la Virgen, Madre del Alto Rey, en un monasterio de Jerusalen -como he hallado- que mandó hacer esta Señora que nos guía, y que primero había sido sinagoga de judíos, que los malos incrédulos habían vendido a los santos apóstoles, muy amigos de Dios; ésta fue la primera iglesia de Siria. Santa María, en aquel tiempo, moraba en la villa, en Monte Sión, y había mandado entonces hacer aquella iglesia que después fue una gran abadía de monjes.

Pero hubo un tiempo en que estuvieron a punto de dejar desierto los monjes aquel santo lugar, a causa del hambre, pero el abad les dijo: "Vamos a rogar a la Virgen para que socorra a su monjía." Hiciéronlo luego, sin demorarse nada, y lloraron mucho ante la que nos mantiene, y toda aquella noche rezaron, desde entonces, himnos y cánticos, todos a porfía.
Y, al otro día, hallaron tanto pan que los hórreos estuvieron llenos del todo; se lo dio Santa María sin tomarse en ello ningún trabajo, y allí tuvo el convento cuanto había menester. Pero, después, hubo un tiempo en que les acaeció mal, porque hubo en la tierra una mortal hambre, así que todos creyeron, sin más, que morían; y el abad les decía llorando: "Acordaos, amigos, del gran don de trigo que os hizo la Virgen en otra ocasión, que ya sabéis que había llegado a estar tan escaso que toda la gente se abastecía de lo que Ella nos había dado.
 Por ello, roguemos que ruege a su Hijo, que aquel pan tan abundante nos dio, que quiera socorrernos este año tan grave, porque mucho más que esto nos haría por Ella." Y los monjes todos así lo hicieron, y oraron mucho -como he aprendido- toda aquella noche, y, cuando amaneció, hallaron allí en el altar, una gran cosa de oro que relucía. El abad se maravilló mucho y le preguntó al tesorero si había visto entrar a alguien en la iglesia que trajese consigo aquel gran tesoro, y él le juró mucho, por Nuestro Señor, que nunca había sabido nada de aquello; entonces el convento dio, por ello, loor a la Virgen que tan bien les dio cuanto habían menester.





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