Reedición
Un monje siempre caía de rodillas y besaba el suelo
cuando se mencionaba el nombre de la Virgen.
Empezó a envejecer y sus extremidades se debilitaron.
Cuando cayó al suelo, ya no pudo levantarse más.
El abad dio instrucciones a otros dos monjes
para vigilar y ayudar al anciano.
Un día, cuando estaba arrodillado solo,
el viejo monje cayó al suelo.
Llamó a la Virgen para que lo ayudara.
La Virgen lo levantó y le dijo que si besaba el altar,
su vejez desaparecería.
El monje besó la tela del altar
y su juventud fue restaurada.
Parecía un hombre de veinte años
y el abad y los monjes no lo reconocieron.
La Virgen hizo que los monjes lo reconocieran
para que la palabra de su compasión se extendiera.
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