Una mujer, que era devota de la Virgen, estaba casada con un hombre que la detestaba en secreto y buscaba matarla. Ideó un plan para asesinarla. Sugirió que fueran por mar a visitar la ermita de Scala.
Cuando estuvieron en la barca, la agarró y la arrojó al mar.
La Virgen acudió en su ayuda y la puso en la orilla.
El hombre le suplicó que regresara al bote y ella cedió a sus súplicas. Esta vez, la metió en un saco y lo ató con fuerza antes de tirarlo por la borda.
Una vez más, la Virgen la salvó. Su malvado marido, pensando que estaba muerta, fue a la ermita a rezar. Cuando llegó, vio a su esposa parada en la puerta, sosteniendo el saco.
Explicó que la Virgen había abierto el costal y la había salvado. El marido le pidió perdón y ella lo perdonó. Juntos hicieron una peregrinación a Jerusalén
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